Los ritmos de sueño y los ciclos de hambre/ saciedad van relacionados y
son vitales para un sano desarrollo en cualquier niño; éstos evolucionan conforme el pequeño se va desarrollando ya que sus requerimientos van cambiando. Un niño mejor comido, duerme mejor y viceversa”. Un niño que no come bien y no consume las calorías que requiere difícilmente tendrá buenos patrones de sueño que no se vean interrumpidos por hambre. Un niño cansado tendrá menos apetito por sueño y no podrá estar igual de receptivo a los estímulos que representa la hora de comer.
Un ciclo se define como un periodo de tiempo en el que pasa un acontecimiento que se repite y sigue un mismo orden. Cuando hablamos del ciclo de hambre/saciedad nos referimos a que innatamente los niños muestran señales de hambre y de saciedad acorde a las sensaciones corporales que van presentando. Normalmente los recién nacidos necesitan alimento cada 2-4 horas y conforme van creciendo sus periodos se van alargando. El ciclo de hambre y saciedad se rige por el tiempo en que el sistema digestivo trabaja en la digestión.
Por otro lado, los ritmos de sueño se basan en la capacidad que tiene un pequeño para permanecer despierto recibiendo estímulos sin llegar a agotarse. Llamamos a estos periodos despiertos, ventanas de sueño. Los primeros días de vida, un recién nacido no tiene la facultad de mantenerse despierto por más de 60 minutos, en este tiempo debe ser alimentado y aseado, es decir, dentro de su periodo de vigilia (o ventana de sueño) debe de satisfacer sus necesidades para que así, en el periodo de sueño que le siga, pueda lograr un descanso óptimo que favorezca su desarrollo. Esta codependencia entre sueño y hambre se mantiene hasta la edad adulta.
En consulta, nos topamos con muchas mamás que sienten que sus hijos solo comen, toman leche y duermen, por lo que no encuentran espacio para realizar otra actividad lúdica. La mayoría de las veces, esto pasa por la falta de una rutina preestablecida que nos apoye a organizar los ciclos de nuestro pequeño y planificar mejor el día. Establecer una rutina con tu bebé, desde recién nacido, le ayuda a su organismo a ir estructurando cognitivamente los ciclos circadianos, incluyendo sus ritmos de sueño y los periodos de hambre/saciedad.
Conforme los bebés van creciendo, y particularmente alrededor de los 4 meses, los ciclos de hambre/saciedad van madurando y se van alargando, al igual que las ventanas de sueño, con lo que surge también la capacidad de lograr periodos de sueño más profundo y reparador. Este proceso alcanza un importante desarollo alrededor de los 4 meses de edad, y suele traer la crisis de sueño más común. Surge por una evolución normal de los ciclos de sueño, donde se hacen más complejos y más parecidos al de cualquier adulto; se incorporan fases de sueño profundo y los periodos de vigilia entre cada ciclo son más perceptibles para los pequeñitos. Es en este momento cuando las rutinas y predictibilidad del día empiezan a dar frutos, permitiéndonos detectar las nuevas capacidades de nuestros pequeños. Al ir creciendo su estómago y su capacidad para recibir mayor cantidad de alimento en cada toma, se alargan los ciclos de hambre/saciedad y las ventanas de sueño, y podemos así ir adaptando la rutina para promover periodos de sueño más largos e ininterrumpidos.
A partir de los 5-6 meses, ya se recomienda que las rutinas de los pequeños tengan una mayor estructura para así lograr que al introducir alimentos sólidos, sigamos horarios adecuados para su alimentación, que favorezcan también un sueño de calidad y nos permitan realizar otras actividades. Al momento de iniciar la alimentación complementaria y hasta los 3-4 años, que es cuando por lo general los niños dejan la siesta, dependemos de la estructura de la rutina para establecer horarios de comida.
Sabemos que cada pequeño tendrá una rutina diferente de comidas y siestas, y conforme crezca y madure su organismo, sus horarios se irán modificando. La mayoría de los bebes a los 6-7 meses toman leche cada 3-4 horas, realizan 2 comidas al día y 3 siestas. A partir de los 8 meses las tomas de leche se pueden espaciar más por la introducción de la 3ra comida y el incremento de ingesta de sólidos, simultáneamente los pequeños tienen la capacidad de dejar la 3ra siesta del día.
Recomendamos que el primer horario de comida que se establezca es la hora en que los padres hacen su comida principal del día (en Latino américa, generalmente es la hora del “almuerzo/comida”) ya que será el horario que en los niños podrán empezar a crear un vínculo familiar y es a través de la imitación que los niños aprenden el proceso de alimentarse. Una vez que el pequeño tenga ya establecida la hora de la comida podemos introducir la hora del desayuno o cena (de acuerdo a la comodidad de la familia). Un bebé entre los 6-8 meses tiende a aceptar entre 2-3 comidas; te recomendamos iniciar con 2 comidas (desayuno y comida/almuerzo) y si ves que tu bebé tiene buena aceptación, incluye la tercera comida (cena). A los 8 meses, se sugiere que un bebé ya tenga bien establecidas sus 3 comidas al día (además de las tomas de leche que habitualmente hace). Es normal que conforme aumente la cantidad de sólidos que recibe un bebé, la cantidad de leche vaya disminuyendo y las tomas se vayan espaciando.
En cuanto a las siestas, entre los 4 y los 6 meses, el sueño de día de los pequeños empieza a organizarse y es cuando empezamos también a notar patrones de sueño más definidos, lo que nos permitirá establecer las siestas en los momentos adecuados, favoreciendo así, un mejor descanso. Para el momento en el que empezamos con la alimentación complementaria, alrededor de los 6 meses, la mayoría de los bebés hace 3 siestas al día separadas por ventanas de sueño específicas donde introduciremos sus momentos de comida.
Entre los 7 y los 9 meses, la tercera siesta desaparece, por lo que generalmente, a los 8 meses que buscamos que nuestro pequeño tenga ya 3 comidas establecidas al día, estará haciendo solo la siesta AM y la siesta PM. Cuando esto sucede, generalmente, una de esas dos siestas se alarga y debemos recorrer la hora de dormir más temprano para que, ahora que no duermen la tercera siesta, no pasen demasiado tiempo despiertos antes de la hora de dormir.
Algo muy importante a considerar al estructurar la rutina de sueño y alimentación de nuestro bebé, incluso desde antes de empezar con la alimentación complementaria, es buscar que los momentos destinados a comer sucedan, en la mayor parte, después de un periodo de sueño y no antes. De esta manera, fomentamos que no se cree una asociación entre la hora de comer (típicamente, las tomas de leche) y la hora de dormir, donde el bebé cree que necesita comer antes o al momento de dormir para lograr conciliar el sueño.
Por la noche, antes de dormir, es muy común incluir una última toma de leche. En este momento, podemos omitir esta regla, siempre y cuando, busquemos que la toma de leche sea parte de la rutina de sueño y no la técnica para llevarlos a dormir. Te recomendamos incluir una pequeña actividad entre que toma su leche y el momento de acostarlo, como leer un cuento o cantarle una canción, de forma que no exista esta dependencia de comer para dormir.
Les compartimos una tabla que incluye horarios de comida y siestas recomendadas acorde las diferentes edades.
Te dejamos un ejemplo para bebés de
Sabemos que cada bebé y familia son diferentes y el sueño y la alimentación pueden ser un tema muy personal, por eso te invitamos a conocer nuestros cursos. Así mismo si tienes dudas específicas no dudes en contactarnos para una asesoría en conjunto sobre horarios.
Agradecemos a las expertas en sueño de Empijamados con quienes colaboramos en este blog.
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